el auto cordobés con guiño de Porsche que nació como orgullo nacional
Apareció en 1960 y en su presentación hasta hubo un enviado de la marca alemana, que proveía los motores. Lo desarrollaron en Río Cuarto, con un diseño llamativo y carrocería de resina plástica. Duró sólo tres años, pero quedó en la memoria por ser un proyecto revolucionario en aquella época
Para la noche estelar de la presentación del Zunder, en el Alvear Palace Hotel de Buenos Aires, Porsche decidió enviar nada menos que a uno de sus ingenieros, una tal Emil Rupilius, jefe de diseño de la marca alemana en Stuttgart. La acción, inusual y sanamente envidiable, le daba relevancia a un proyecto automotriz que había crecido con tesón entre tantos embriones de producción nacional. Aquel modelo que en 1960 asomaba con estridencia en la noche porteña había sido gestado unos años antes en una fábrica de Río Cuarto, Córdoba, por dos hermanos apasionados por los autos y enamorados de la aventura de construir el propio.
Por entonces las industrias más importantes de la Argentina, y con especial énfasis la automotriz, se encontraban impregnadas por el furor de “lo nacional”. En la década del 50, la Argentina estaba lanzada a la producción local de automóviles en serie. La bandera productiva del Gobierno tenía afincado un icono en Córdoba, donde se había empezado a fabricar el Justicialista, un modelo que comprendía distintas variantes, una sedán, una rural y hasta una pick up para 600 kilos. Era la concreción de la primera producción en serie nacional, aún con registro artesanal, empujada por el gobierno de Juan Domingo Perón, que para ello había creado la IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado)
Empujados por los éxitos deportivos que por entonces los modelos de General Motors conseguían en las rutas nacionales, en 1948 Eligio Oscar y Nilson José Bongiovanni deciden dedicarse a importar y vender autos del gigante de Detroit en su concesionaria riocuartense. Aquello no ocultaba un deseo solapado de aventurarse en el terreno de la construcción de automóviles. El corte que Perón le dio a la importación para promover la industria nacional no hizo más que disparar el proyecto de los Bongiovanni. Por entonces resonaba el éxito del Auto del Pueblo, el Escarabajo con el que Ferdinand Porsche sacudía a la industria automotriz en el Viejo Continente.
El Zunder tuvo un destino común al de tanto otros emprendimientos automotrices de aquellos años: efímero éxito comercial, corta producción, problemas financieros, vaivenes políticos y económicos, y abrupto final. Ocurrió lo mismo, por ejemplo, con el tridente de la firma RYCSA, Gilda, Gauchito y Mitzi; el De Carlo o el Dinarg. La venta de las 200 unidades iniciales no les fue suficiente a los Bongiovanni para seguir trayendo los motores necesarios de Alemania, las deudas empezaron a jaquear la firma y en 1962 debieron presentarse a convocatoria. El final fue en 1963, último año oficial de la producción del Zunder, a pesar de las esperanzas depositadas en una flamante coupé como último intento por salvar la fábrica. Aquel modelo no pasó de prototipo y sucumbió junto con todo el emprendimiento.
“Fue un fracaso, hay que decirlo así. Y la verdad es que no sé porque tanta insistencia en hablar del Zunder. De los fracasos es mejor no hablar ¿no?”. Eligio se castiga con el destino final de su revolucionario sedán, que por supuesto podría haber tenido mejor suerte. Aunque efímero, el Zunder encarnó el sueño de muchos, y fue una realidad que bien ganado tiene su lugar en la historia de la industria nacional.
Fuente: https://www.infobae.com/autos
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